Vagamundo Lunes, 21 abril 2014

El manifiesto anti-turista

Un amigo, piloto de una aerolínea comercial, me prestó un libro que me atrapó. Se llama Lost Cosmonaut: Observations of an Anti-Tourist (Cosmonauta perdido: Observaciones de un anti-turista), escrito por Daniel Kalder, un escocés nacido en 1974 que vivió en la ex Unión Soviética algo más de diez años (entre 1996 y 2006), haciendo de todo un poco, «menos vender armas o involucrarse en el tráfico de órganos».

Travesía por el río Ucayali. Foto: Brenden Allen.

Travesía por el río Ucayali. Foto: Brenden Allen.

Recibido con beneplácito por la crítica británica (The Times lo calificó de «revelador» y The Guardian sostuvo que era «un logro considerable»), el libro ha sido traducido al ruso y el polaco, pero al parecer nunca al español. Al menos yo no he podido encontrar un ejemplar; si alguien lo hace o decide traducirlo, avisen.

¿De qué trata el libro de marras? Kalder se declara un anti-turista. Y no se le ocurrió mejor idea que hacer una travesía a lugares remotos e inexplorados «que muchos de nosotros ni siquiera sabemos que existen». Se fue a TartaristánKalmukia, Cheremia y Udmurtia. ¿Habías oído hablar de estas repúblicas de la Federación Rusa alguna vez? No mientas, admite que no. Porque yo tampoco sabía que existían.

Kalder, que sugiere a través de su libro ser un viajero y no un turista, recorre estos países que apenas aparecen en un mapa del mundo. En medio de las estepas de Kalmukia, por ejemplo, llega a una ciudad llamada Nueva Vasyuki, la única del planeta dedicada íntegramente al ajedrez. O en Udmurtia emprende la búsqueda incesante de Mikhail Kalashnikov, inventor del AK-47, pero termina convertido en estrella de televisión.

El libro está lleno de anécdotas, aventuras, conversaciones interesantes, las observaciones de Kalder, algo de historia, y mucha imaginación; elementos que develan mundos escondidos, rituales olvidados, y personajes excéntricos. Sin embargo, lo que más captó mi atención es un extracto de un manifiesto. El manifiesto del anti-turista.

Se trata de una declaración de principios esgrimida durante el Primer Congreso Anti-Turista que, según Kalder, se realizó en el Hotel Shymkent (que, dicho sea de paso, ha recibido críticas horribles en Trip Advisor),  en la ciudad del mismo nombre, situado al sur de la república de Kasajistán en 1999. Cierto o no, merece traducirla:

«… A medida que el mundo se ha vuelto más pequeño, sus maravillas también han disminuido. No hay nada asombroso acerca del Taj Mahal, la Gran Muralla China, o las Pirámides de Egipto. Son tan banales como una caja de Cornflakes.

Consecuentemente las verdaderas fronteras de lo desconocido yacen en algún otro lugar.

El deber del viajero es el de abrir zonas de nuevas experiencias. En nuestro mundo sobreexplorado estos sitios deben ser, por necesidad, zonas baldías, agujeros negros, sombríos huecos urbanos: todos lugares que, usualmente, la gente evitar conocer.

Los verdaderos viajeros, entonces, son anti-turistas. Siguiendo esa lógica declaramos:

El anti-turista no visita lugares que sean deseables de ninguna forma.

El anti-turista evita el comfort.

El anti-turista abraza el hambre, las alucinaciones y los hoteles de mierda.

El anti-turista busca puertas cerradas y edificios demolidos.

El anti-turista desprecia la fanfarronería y las bravuconadas del temerario que intenta penetrar en las zonas de peligro, tales como Afganistán. Lo único que hay detrás de esta actitud es pura vanidad y el deseo de alardear.

El anti-turista viaja en el momento equivocado del año.

El anti-turista prefiere cosas muertas a seres vivos.

El anti-turista es humilde y busca ser invisible.

El anti-turista solo está interesado en historias escondidas, enigmas encantadores, y arte del malo.

El anti-turista cree que la belleza está en la calle.

El anti-turista cree que si viajar aporta siquiera algo a uno, raramente es ampliar su mente.

El anti-turista valora la desorientación frente al entendimiento.

El anti-turista ama la verdad, pero también es proclive a las mentiras. Especialmente las suyas».

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¿Y tú, lector, lectora, de este nuevo blog, qué eres? ¿Quién eres? ¿Un viajero? ¿Un turista? ¿O un anti-turista?