Vagamundo Lunes, 12 mayo 2014

11 razones para visitar Tarapoto y sus alrededores

Tarapoto es la puerta grande de la Amazonía en el noreste peruano. Y parece que está de moda porque todo el mundo viaja hacia aquellas tierras en la actualidad. Años atrás esta región del país fue azotada por el narcotráfico y terrorismo. Hoy en día, en cambio, es un destino próspero que florece gracias a su creciente industria del cacao, a una oferta gastronómica exótica y deliciosa, a sus tradiciones sumidas en historia y espiritualidad, y a una naturaleza exuberante, compuesta de valles frondosos, cataratas impresionantes y montañas cubiertas por bosques nublados y especies que aun viven tranquilas en su hábitat natural.

Los campos de cultivo segundos antes de aterrizar en Tarapoto. Foto: Jorge Riveros-Cayo

Los campos de cultivo segundos antes de aterrizar en Tarapoto. Foto: Jorge Riveros-Cayo

Tuve la suerte de ver ese cambio desde la primera vez que viajé a Tarapoto en 2000, donde conocí y me hice amigo de Carlos Gonzáles, conocido como el Cacique de Kanchiskucha, un abogado y empresario que tuvo una pasión honesta y comprometida por el desarrollo turístico de la región hasta su muerte en 2013. Carlos apostó por seguir ahí, donde las papas quemaban a pesar de las amenazas del MRTA y de los traficantes de tierra. Estoy seguro que mucho del éxito que se vive en Tarapoto, hoy en día en el campo del turismo, se debe en parte a todo lo que Carlos Gonzáles hizo durante su vida.

Aquí te dejo once razones poderosas para que te animes a visitar Tarapoto. Una vez más, date el tiempo de explorar todos los hyperlinks que te he buscado y si tienes preguntas házmelas llegar, a ver si puedo responderlas. Aprovecha de ir antes que sea demasiado tarde.

 

1. Tierra de cataratas

La selva alta (a ver si recuerdas tu clase de geografía en el colegio), esa región geográfica del Perú en la que se sumergen las faldas de los Andes orientales antes de descender hacia la llanura amazónica, es mágica. Si tú has ido, lo sabes. De lo contrario, te estás perdiendo de algo muy alucinante. Montañas alfombradas de bosques de niebla esconden el curso caprichoso de ríos que caen cientos de metros por el desnivel de su cauce, formando bellas caídas de agua. Algunas son muy accesibles como Ahuashiyacu (40 metros del altura) o “las aguas que ríen”, a 14 kilómetros al sudeste de Tarapoto por la carretera a Yurimaguas. Hacia el norte están Huacamaillo (20 metros de altura) en el distrito de San Antonio de Cumbaza. Dicen que son las más bellas en la región. Pasando el pueblo de Chazuta están Tununtunumba (30 metros de altura), a 40 kilómetros de Tarapoto: Impresionante serie de cataratas que se precipitan sobre una piscina natural, provocando un fuerte ruido. De ahí su nombre. Porque así como todos los caminos conducían a Roma, en la selva todos los ríos desembocan serpenteando en el gran Amazonas. Pero previo salto.

Ahuashiyacu

Las cataratas de Ahuashiyacu o “las aguas que ríen” tienen unos 40 metros de altura. Foto: Jorge Riveros-Cayo

 

2. Las mil y una frutas

Una de las formas más indiscutibles de comprobar la biodiversidad que el Perú ostenta es a través de su innumerable lista de frutas. Basta ir al mercado para comprobarlo. Aguaje. Arazá. Camu Camu. Carambola. Ciruelo. Cocona. O mejor aún, yendo a una heladería. Guanabana. Guayaba. Indano. Macadambia. Majambo. Mamey. Conocí a Marianela Achuy en noviembre de 2012, quien es la propietaria de Fruta & Café, la heladería más popular de Tarapoto. Su padre fue cantonés y, a diferencia de los miles de paisanos que cruzaron el Océano Pacífico, él llegó a la selva peruana desde el Atlántico, por el río Amazonas. Fue un pionero en la elaboración de helados. Materia prima tenía de sobra. Maracuyá. Parinari. Pijuayo. Pomarrosa. Shica Shica. Tansharina. La heladería de Marianela tiene 42 sabores de frutas para degustar los mejores helados orgánicos de la ciudad. Taperiba. Unguraui. Umari. Uva borgoña. Ubus. Zapote. También hay milkshakes o cremoladas. La de guayaba es demasiado deliciosa. Aquí al toque te olvidas de las gaseosas.

Hay 46 sabores de frutas ara degustar helados, milkshakes y cremoladas en Fruta y Café, le mejor heladería de Tarapoto. Foto: Joanna Pantigoso

Hay 46 sabores de frutas para degustar helados, milkshakes y cremoladas en Fruta & Café, la mejor heladería de Tarapoto. Foto: Joanna Pantigoso

 

3. Pasear en mototaxi

Los peruanos no solo tenemos la mejor gastronomía del continente, sino la forma de transporte más divertida que se haya inventado en la historia: el mototaxi. Ciertamente no es una exclusividad de las ciudades en la selva amazónica (aquí en Barranco, donde vivo, los hay), pero es en esta región del país donde cobran un protagonismo indiscutible. Importadas inicialmente de la India hace un par de décadas, no hay poblado de la selva en la actualidad que no se movilice mayormente en estos vehículos con tres ruedas. Tarapoto no es la excepción. Ventajas indiscutibles: uno viaja al aire libre, un plus estratégico en climas calurosos, y son sumamente baratos. Un viaje dentro de la ciudad cuesta S/. 2 y 3 y hacia las afueras S/. 5 a 10. De noche, los precios suben. Desventajas indiscutibles: Ninguna que se me ocurra.

Castillo con piscina incluida. Al fondo se ve Lamas. Foto: Joanna Pantigoso

Castillo con piscina incluida. Al fondo se ve Lamas. Foto: Joanna Pantigoso

 

4. Un castillo en Lamas

A 21 kilómetros al noroeste de Tarapoto se alza este pueblo, probablemente el único en la selva amazónica peruana que no está emplazado a orillas de un río. Según algunos cronistas, el origen de Lamas se remonta al éxodo del general Ancohualloc, caudillo rebelde chanca quien, al ser vencido por el emperador inca Pachacútec en la batalla de Yawarpampa, a mediados del siglo 15, huyó hacia el norte con su pueblo desde la sierra sur de Apurímac para asentarse a lo largo de la cuenca del río Mayo. Un siglo después, Lamas fue fundada en 1656 por los españoles donde se alzó un fuerte alrededor del cual fueron reunidos diversos grupos indígenas y tribus de la selva. Hoy en día se alza un castillo de estilo medieval, mandado a construir por un italiano peculiar de apellido Felice, que de no ser por los mototaxis que zumban alrededor como moscardones gigantes, creerías que estás en Portugal o Italia. Desde lo alto de una de las torres tienes una vista panorámica del pueblo, dividido en tres barrios o pisos, y habitado por unas cinco mil personas. Lamas vive de su folklore, su cerámica, su austera música, sus ritos y sus desbordantes fiestas. He tenido la suerte de asistir a un matrimonio tradicional hace muchos años y participar de la fiesta del Jalapato: no apto para defensores de los animales.

Toma nota: Si tienes interés en leer más sobre ritos y fiestas tradicionales incluyendo la del Jalapato, lee este interesante trabajo de investigación que encontré en el internet.

Madre e hija con vestimentas tradicionales en Lamas. Foto: Joanna Pantigoso

Madre e hija con vestimentas tradicionales en Lamas. Foto: Joanna Pantigoso

 

5. El mejor cacao del mundo

Si Bélgica o Suiza se precian de tener el chocolate más delicioso del planeta, el Perú puede ostentar poseer el mejor cacao del mundo. Presumiblemente originario de algún lugar en los bosques tropicales andinos, entre las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas,  50% de la producción orgánica de cacao en Perú se va, precisamente, a Suiza. Tarapoto es un centro de acopio donde está La Orquídea, una empresa que agrupa a 118 agricultores de cacao de cuatro comunidades cercanas. Puedes visitar la fábrica y hacer un tour para ver todo el proceso de fabricación antes de pasar a la tienda para saciar tu antojo. Lo más importante: su chocolate, de leche o bitter, único en sabor y aroma, es delicioso. Desde las barras de chocolate de leche, con kiwicha, pecanas, quinua, nueces y coco, hasta las barras de chocolate bitter, de 60% y 72% o también con nueces, nibs o fondant. Imposible dejar de probar una de estas delicias y no ser feliz en el proceso.

El cacao que crece en los alrededores de Tarapoto esta cotizado como uno de los mejores de la región. Foto: Joanna Pantigoso

El cacao que crece en los alrededores de Tarapoto esta cotizado como uno de los mejores de la región. Foto: Joanna Pantigoso

 

6. Se come rico

Si no lo sabes — ya sea porque nunca has ido a la selva o porque nunca has probado este plato típico de la amazonía — un juane es como un tamal pero hecho de arroz, relleno con tierna carne de gallina o cerdo, aderezado con sachaculantro y palillo, y envuelto en hojas de bijao. Es llamado así en honor a San Juan Bautista, patrono de la selva. Hay una gran variedad de formas cómo prepararlo y es el platillo más representativo de la gastronomía amazónica peruana. Hay que probarlo. Tarapoto, sin embargo, tiene mucho más que ofrecerte si eres un viajero aventurero y de buen diente: deliciosos camarones gigantes de criadero; refrescantes jugos de uva borgoña o camu camu; sabrosa carne de cerdo, en chorizos artesanales o ahumada llamada cecina; exquisitos pescados como el paiche, el pez de río más grande del mundo, la doncella o el dorado, peces selváticos muy sabrosos: sudados, fritos o en milanesas, a lo mejor acompañados de ensaladas de palmitos o chonta (palmito cortado en tiras), y quizás hasta con plátanos o maduros, en patacones o en tacacho, una bola de plátano asado, frito posteriormente con manteca de cerdo. Yo he disfrutado de buena comida regional en La Patarashca, restaurante de la familia Reátegui que ha hecho felices a miles de comensales, tanto nacionales como extranjeros. Entre los platos más interesantes de su carta larguísima está el inchicapi, una sopa hecha con gallina, un suculento filete de paiche en salsa de camarón o chicharrón de doncella acompañado de patacones. Después, búscate una hamaca y haz tu buena siesta. Lo Houston.

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Comida regional en Tucán Suites: Yuquitas fritas, palta, tacacho, pescado de río, maduros y chalaquita de cocona. Foto: Jorge Riveros-Cayo

 

Pescado de río salado en venta en el Mercado No 2 de Tarapoto. Foto: Joanna Pantigoso

Pescado de río salado en venta en el Mercado No 2 de Tarapoto. Foto: Joanna Pantigoso

 

 

7. Naturaleza exuberante

Si quieres llegar al Puma Rinri, “la oreja del puma”, mejor anda navegando. Primeramente por el río Mayo que eventualmente desemboca en el gran Huallaga. Desfiladeros abruptos que abrigan una vegetación tupida y frondosa encañonan al río. Hacia el norte está la Cordillera Escalera, área de conservación regional, que en sus rincones más remotos de bosques nublados albergan osos de anteojos, jaguares y pumas, así como diversas especies de bromelias, heliconias y orquídeas. Hacia el sur, las estribaciones de la Cordillera Azul, un gigantesco parque nacional, con sus inusuales pantanos de altura y lagos escondidos entre las montañas, que abrigan una biodiversidad impresionante: 1,600 especies de plantas, más de 40 especies de palmeras, 71 especies de mamíferos grandes, incluyendo 12 que están amenazadas o en peligro de extinción, y un estimado de 800 aves. En la zona del Puma Rinri existe un lodge con ese nombre, a 30 kilómetros de Tarapoto: un lugar privilegiado para contemplar el paisaje que hace unos 40 años impresionó al cineasta alemán Werner Herzog al filmar muy cerca de ahí algunas escenas de “Aguirre, la ira de Dios”, su primera película con el excéntrico Klaus Kinski personificando al sanguinario Lope de Aguirre.

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Navegando por el poderoso río Huallaga camino al Puma Rinri. Foto: Jorge Riveros-Cayo

Katherine Tello es visitada por una lagartija en Puma Rinri Amazon Lodge. Foto: Joanna Pantigoso

Katherine Tello es visitada por una lagartija en Puma Rinri Amazon Lodge. Foto: Joanna Pantigoso

 

 

8. Chazuta, pueblo milenario

Esta comunidad, a 44 kilómetros al sudeste de Tarapoto, tiene una gran historia de resistencia: enfrentó al narcotráfico y terrorismo en décadas pasadas, pero también le hace frente a la modernidad y el turismo que generan impactos positivos y negativos. En este pueblo, también quechua-hablante, habitan artesanas y chamanes. Mujeres talentosas que hacen cerámica o chocolate artesanal, pero también hombres son sabiduría milenaria acerca de las plantas que curan. Las ceramistas del Centro Wasichay trabajan la arcilla como lo hicieron sus antepasados, usando técnicas antiguas y los colores blanco, negro y rojo. Las chocolateras de Mishky Cacao usan este producto, donde antes se sembraba hoja de coca, para hacer tabletas y bombones deliciosos. En 1999 descubrieron urnas funerarias en inmensas vasijas de barro en medio de la plaza del pueblo. El hecho ha conectado a los pobladores con su pasado, redescubriendo una historia que aún no termina de contarse. No dejes de visitarlos.

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María Licé Cenepo Sangama tiene 81 años y vive en Chazuta. Desde los doce hace cerámica tradicional y no usa anteojos aún. Foto: Jorge Riveros-Cayo

 

9. Fumarse un buen puro

Si tú no fumas — entiéndase tabaco, no seas picarón — no tienes que leer este párrafo. Igual tienes once buenas razones para ir a Tarapoto. Si por el contrario disfrutas del tabaco Tarapoto te sorprenderá sobremanera. Tabacalera del Oriente es una fábrica actualmente en manos de un napolitano llamado Gennaro Lettieri, que dejó una cómoda vida de banquero en Londres para dedicarse a su pasión: los puros y habanos. En el distrito de Juan Guerra se alzan las plantaciones de tabaco de altísima calidad que, hoy en día, se vende a DavidoffArturo Fuente y Plasencia, entre otros grandes, según me cuenta el propio Gennaro. Si te interesa el tema puedes hacer un tour en la fábrica para ver cómo se hacen los puros, paso por paso, de distintos tamaños y calidades, incluyendo San Martín, su puro premium; Miguel Grau (más suave); Señor de Sipán, especialmente para iniciados, y Puritos del Oriente. Es un mundo fascinante aunque no fumes.

Dato curioso: Esta industria netamente artesanal ocupa un 80% de mujeres, pese a que los consumidores finales son mayormente hombres.

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Este suertudo viajero rodeado de guapas turistas y fotógrafas, junto a Gennaro Lettieri en las plantaciones de Tabacalera del Oriente. Foto: Eder Alfaro

 

10. Buenos hospedajes

A diferencia de la primera vez que visité Tarapoto en 2000, hoy en día esta ciudad cuenta con una gama de hospedajes súper buenos para todo tipo de viajero y presupuesto. Yo voy a recomendar cinco en los que me he hospedado en diversas oportunidades, pero sin ningún orden de preferencia:

Tucán Suites, es un apart-hotel de un catalán muy buena onda llamado Lluís Dalmau. Hace años echó raíces en este rincón del país, se casó y formó una familia. El hotel está situado en La Banda de Shilcayo, a 10 minutos del centro de la ciudad, con habitaciones muy cómodas, decorado minimalista y con aire acondicionado desde S/. 229 la simple con un súper desayuno buffet. El plus: hay piscina. Rara vez recomiendo la comida en el restaurante de un hotel, pero toda regla tiene su excepción y Tucán Suites lo es. El hotel ofrece programas variados desde 3 días/2 noches hasta 5 días/4 noches que combinan diversas actividades.

Hospedaje La Patarashca (de la misma familia que tiene el restaurante) está situado a dos cuadras y media de la Plaza de Armas de la ciudad y tiene la gran ventaja de tener el restaurante del mismo nombre y Café Suchiche (con wifi) ahí mismo. Los cuartos son cómodos aunque las almohadas un poco duras, con ventilador (desde S/. 70 la simple) o aire acondicionado (desde S/. 100 la simple), y situados alrededor de un jardín muy bonito que conecta con el café y el restaurante. El hotel cuenta con una agencia de viajes propia que te organiza el tour como lo quieras.

Casa de Palos Boutique es otra opción céntrica a dos cuadras de la Plaza de Armas. Manejado por Ericka Sandy, una guapa tarapotina de mucho empuje, el hotel tiene habitaciones súper minimalistas con aire acondicionado, pero con su toque regional en el decorado. Las hay desde S/. 109 la simple con desayuno buffet. Lo mejor de este lugar, sin embargo, es el café que sirven, en prensa francesa o espresso, gracias a una tostadora que han adquirido y a la asesoría de Tostaduría Bisetti. Promete convertirse en el mejor sitio donde vendan café en Tarapoto.

Fuera de  la ciudad está Shimiyacu Lodge, propiedad de Simone Ransijn, una holandesa radicada en Tarapoto con sus dos hijos. El lodge está situado a varios kilómetros fuera de la ciudad, a orillas del río Shilcayo, rodeado de naturaleza al pie de la Cordillera Escalera. Hay bungalows muy bonitos desde S/. 140 por persona, que incluye el desayuno y que te recojan del aeropuerto. Los bungalows tienen kitchenette por si quieres cocinar. Simone te organiza desde su lodge cualquier tour que le pidas. Es súper amable y buena onda.

Puma Rinri Amazon Lodge está situado en el kilómetro 16 sobre la carretera Shapaja-Chazuta. Es el más alejado de la ciudad pero situado en un lugar privilegiado, con una vista impresionante, a orillas del río Huallaga. Las cabañas son rústicas pero muy cómodas. Hay una piscina desde donde tienes una vista increíble del límite norte de la Cordillera Azul. La comida es buenísima y también funciona ofreciendo programas como su hermana Tucán Suites. Las habitaciones cuestan desde S/. 189 la simple con desayuno. Ahora sí, escoge el que más te guste y sé feliz.

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Cordillera Escalera vista desde lo alto de la carretera de Tarapoto a Yurimaguas. Foto: Jorge Riveros-Cayo

 

11. Cócteles afrodisíacos

La selva es tierra caliente. Su gente también. No lo digo yo sino los mismos tarapotinos. Decenas de vitrinas en la ciudad ofrecen brebajes mágicos y cócteles afrodisíacos con el fin último de atraer al ser amado. Los títulos en las botellas dejan poco a la imaginación: “Rompe calzón”, “Espérame en el suelo”, “Piraña asesina” o el más efectivo “Levántate pájaro muerto”, por nombrar solo algunos. Que funcionen o no, es cosa que los pruebes. Eso sí, este blog no se hace responsable por la irrefrenable efusividad que generen estos cócteles. Pero como reza el dicho, “en la guerra y en el amor todo vale”. Pues vale.

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Cócteles afrodisíacos de venta en el mercado. Los títulos lo dicen todo. Foto: Jorge Riveros-Cayo