20 preguntas que quisieras hacerle a Rafo León

Jorge Riveros-Cayo
Periodista. Curioso. Viajero.A Rafael León Rodríguez (Lima, 1950), todos lo conocemos como Rafo León. Estudió literatura y lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Creó el personaje de la China Tudela. Conduce el programa de televisión «Tiempo de Viaje» hace quince años. Ha publicado varios libros, incluyendo Viajes de Perro (2005) y Lima Bizarra (2007). Es columnista pero también opinólogo en Facebook. Le irrita y se burla de la huachafería limeña. Es cachoso y agudo, qué duda cabe, pero también reflexivo. Es un viajero y vagamundo.

Rafo León en Puerto Azul, comunidad harakmbut de la Reserva Comunal Amarakaeri, Madre de Dios, en mayo del 2013. Foto: Iñigo Maneiro Labayen.
Lo conocí hace catorce años en Tarapoto, en el año 2000, donde coincidimos por una invitación del desaparecido Carlos Gonzáles, el famoso Cacique de Kanchiskucha, quién fue un incansable gestor y promotor del turismo en la región San Martín. Yo viajaba con una fotógrafa vasca para hacer un reportaje y él con su equipo de «Tiempo de Viaje». Compartimos varios días juntos rumbo a Chachapoyas y alrededores, mientras hojeábamos un ejemplar de Gatopardo o discutíamos las corruptelas del régimen de Fujimori.
«Creo que el Perú no está destinado a recibir un turismo masivo, tipo sol y playa o compras o casinos, o diversión. Es un lugar para un turismo de nicho, sofisticado, culto, en algunos casos fuera de los estándares de la ‘normalidad turística’,» ha respondido alguna vez en una entrevista. Pero también ha dicho: “Este es un mundo tan raro que, a la vez que te globalizas, te singularizas. Parece contradictorio, pero es así. Y los viajes, creo yo, son una de las pocas cosas que le quedan al hombre del siglo veintiuno en el que puede desplegarse individualmente”.
A continuación las respuestas de una entrevista ping-pong que le hice a Rafo recientemente, con 20 preguntas que todos le hemos querido hacer en alguna ocasión.
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No tengo idea, quizás porque espero que al alejarme, deje aquí mi incomodidad básica.
Desde muy niño, pero profesionalmente, desde hace quince años.
La iniciación: el viaje en auto stop al Cusco post Peter Fonda, en 1968.
A los bosques secos del norte, porque yo sí me entrego con toda honradez a la magia del curanderismo norteño, y ahí está su escenario
No lo sé. Puedo haber tenido malas experiencias pero nada me asegura que de pronto, en un regreso, se vayan a convertir en buenas.
El peruano se desplaza por nuestro país, por trabajo, de una manera que no creo que se dé en otros países. Ahora encuentras gente de todas latitudes chambeando en todas latitudes. Con el turismo interno pasa otra cosa; en efecto, la gente tiene miedo pero sobre todo, subvalora lo que tenemos.
Es una conocida aporía que crea el novelista Paul Bowles. El turista nunca deja de ser él y su viaje se lo organiza otro, que es un filtro entre sus ojos y el lugar. El viajero busca dejar la cultura que lo parió porque no está conforme con ella, y se zambulle de frente en el lugar que lo acoge.
Cuando tomo vacaciones viajo con Pilar, mi esposa.
Lisboa, sin duda.
Quiero ir a Balcanes y a la Mittle Europa, sin presión alguna.
Cusco y Machu Picchu, por la instalación de la estridencia y el caos.
Tendría que conocer a esa persona… ¿y si le gustan los casinos?
Una cosa que salió de la chistera hace quince años y que gracias a una conjunción de factores, aún está en el aire.
Elegimos los lugares pero muchas veces nos convocan a conocer proyectos y espacios que nunca hemos cubierto.
Con una de esas tripas flexibles, incómodas pero que se adaptan a todo.
Las mías.
Las hay de varios tipos, pero básicamente se orientan a dos públicos: el que disfruta viajando en auto por las carreteras del Perú, y quien desea hacer viajes familiares. Me falta hacer la que yo realmente recomendaría.
Creo que las visas deberían desaparecer.
Varios: Paul Marcoy, Claudio Magris, Pierre Lotty.
Qué sé yo.
Más procrastinación
